La proliferación de aplicaciones del frío artificial han traído consigo muchas y muy diversas necesidades de conservación y, lógicamente, podrían plantearse un sin número de posibilidades de cara a otras tantas utilizaciones.
Establezcamos la siguiente clasificación:
No obstante, todos ellos poseen una serie de características o requisitos fundamentalmente basados en el criterio de producir frío artificial de la manera más económica y rentable, con el mínimo de pérdidas y con la previsión de los posibles problemas que puedan derivarse de este tipo de instalaciones. Por tanto, los materiales y más concretamente los aislantes y sus características y espesores serán los primeros considerar, con el fin de conseguir la reducción de los costos de conservación.
Para lograr el cometido antedicho, resulta imprescindible el siguiente análisis:
Con el tiempo, el corcho ha ido dando paso al polietileno expandido de densidades diversas, frecuentemente entre 15 y 35 kilogramos por metro cúbico, usando las mayores en suelos de cámaras de baja temperatura. Este tipo de plástico celular se ha utilizado como solución general en paredes y también en cielos rasos.
En cámaras de frescos se han probado muchos otros materiales, como la fibra de vidrio, o el poliuretano, este último, empleado en aquellos casos en que se necesita una buena elasticidad y adherencia a las superficies metálicas, aplicándose por inyección o rociado en paneles o cielos rasos.
Los principales problemas que presentan las cámaras frigoríficas, si no se tiene cuidado al diseñarlas, son los siguientes:
Resistencia a la compresión:
Sobre todo en suelos de cámara de congelados es necesaria una resistencia importante para los materiales y aislantes, alrededor de 0,5 kilogramo por centímetro cuadrado, que pocos materiales la poseen y menos cuando las deformaciones máximas permitidas son del orden del 1%, es conveniente, pues, tener muy en cuenta esta característica al elegir materiales y más cuando se trata de cámaras frigoríficas de grandes dimensiones.
Otro problema que puede aparecer, no imputable directamente a la resistencia mecánica del aislamiento, es el levantamiento del suelo, debido principalmente a la formación de hielo.
Ante todo, la principal característica que debe poseer un aislante, es que lo sea realmente. Por otra parte, se debe tener en cuenta que la transmisión de agua en las cámaras puede ser un problema grave.
Así pues, estos materiales, además de buenos aislantes térmicos, deben ser resistentes al paso del vapor de agua, en su defecto habría que disponer una barrera adecuada al vapor de agua. Esto sucede también en las tuberías o conducciones. Aquí los materiales aislantes deben tener una mayor resistencia al vapor, principalmente cuando atraviesan zonas en las que la humedad es mucha y la ventilación poca.
Los espesores de los aislantes deben calcularse para las condiciones más desfavorables, es decir, para diferencias de temperatura máximas, teniendo en cuenta las temperaturas exteriores más elevadas, en verano.
Hay que tener siempre presente que los aislantes no son homogéneos, que los valores dados por los fabricantes pueden tener errores, o en todo caso, tolerancias, además el envejecimiento, el sellado de juntas y los puentes térmicos no se pueden eliminar totalmente (puertas, fijaciones, etc.) Por otro lado, cuanto mayores sean las pérdidas, más cantidad de energía se consumirá en absorber el calor necesario para mantener los productos almacenados en condiciones.
Juan Antonio Ramírez Miralles: “Refrigeración”- Profesor de la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial de Barcelona- Ediciones Ceac-
Durante todas las etapas del tratamiento de los alimentos deben emplearse prácticas sanitarias correctas, no sólo para proteger la salud pública, sino también para cumplir con requisitos estéticos. A este respecto, las plantas de tratamiento de carnes no son diferentes de otras plantas alimentarias, se aplican los mismos principios que se refieren a las condiciones higiénicas del equipo y del edificio: suministro higiénico del agua e instalaciones limpias, eliminación de desechos, control de insectos y de otros animales, uso adecuado de productos desinfectantes, germicidas y fungicidas. Es necesario el uso de materias primas limpias, de aguas y aire limpios, un buen control de temperatura en los refrigeradores y congeladores.
Los productos precocinados presentan problemas adicionales ya que existen condiciones favorables para el crecimiento bacteriano una vez que el producto se ha enfriado por debajo de los 54°C. Cualquier retraso en las etapas de este proceso hace que los microorganismos sobrevivientes se multipliquen, en especial cuando se manipulan y empaqueta la carne cocida y enfriada dentro de envases previamente al tratamiento y refrigeración. Los productos cremosos suministran condiciones especialmente favorables al crecimiento de bacterias.
Es un deber del que trata el producto, recomendar al consumidor normas de preparación adecuadas. El mejor procedimiento es el de dar instrucciones de preparación para la cocción del alimento sin necesidad de una descongelación preliminar. En el congelador, las condiciones sanitarias se reducen a mantener la limpieza y el orden físicos, evitando la entrada de olores extraños.
Los sistemas frigoríficos empleados en la refrigeración trabajan con el llamado sistema de batería seca, este sistema comprende generalmente unidades evaporadoras equipadas con baterías y ventiladores para la circulación del aire y del vapor. Los sistemas de baterías seca funcionan con temperatura superficial inferior a los 0°C., forman una capa de escarcha o hielo, que finalmente reduce el caudal del aire y la capacidad frigorífica, por lo tanto, las baterías deben desescarcharse periódicamente, este procedimiento puede ser manual o automático.
.El desescarche por gas caliente: se consigue con los ventiladores en marcha o parados, al introducir gas caliente desde los compresores del sistema a las baterías del evaporador. El desescarche por gas caliente es rápido, en unos 15 minutos ya podrá lograrse.
El desescarche por pulverización de la batería: se consigue estando parados los ventiladores, rociando la superficie de batería con agua., que proporciona el calor para fundir la capa de hielo. Debe usarse agua suficiente entre los 10 y 25°C., y hay que tener cuidado de que no se produzca la congelación de las tuberías de desague.
El desescarche por el aire ambiente: se consigue con los ventiladores en funcionamiento mientras las líneas de aspiración y alimentación están cerradas. Procurando que la capa de hielo se funda por el calor que circula a través de las baterías. El desescarche por el aire ambiente es lento, el tiempo puede ser desde 30 minutos a varias horas.
El desescarche eléctrico: se consigue con calefactores eléctricos, estando los ventiladores parados o en marcha. Durante el desescarche, el flujo de refrigerante está interrumpido.
Los controles de alimentación de refrigerante: están diseñados para mantener, en condiciones de variación de las cargas, un nivel de líquido en la batería (evaporadores) tan alto como se pueda tenerse sin un derrame excesivo de líquido a la línea de aspiración.
Los canales en medias piezas o laterales se soportan de ganchos suspendidos de un carrito con una rueda que corre por carriles elevados. Los carritos, en general, se transportan de la sala de despiece a las cámaras de refrigeración mediante cadenas de transportes motorizadas, equipadas con dedos que engarzan carritos, los cuales se distribuyen a continuación manualmente por el sistema de carriles de las cámaras de refrigeración y de conservación. Con el fin de asegurar una distribución eficaz del aire, las mitades del canal deben situarse en los carriles, tanto de las cámaras de refrigeración como de conservación, de modo que no se toquen las unas con las otras.
Las cámaras de conservación pueden ser tan grandes como se desee, debido a su capacidad de mantener una temperatura y una humedad, uniformes, en cambio, las cámaras de refrigeración varían ampliamente, en general, las cámaras de refrigeración que requieren una capacidad igual a la matanza diaria, y las cámaras de conservación requieren de 1 a 2 veces la matanza diaria.
Los canales de vacuno, cada uno partido en dos mitades, van en peso desde los 140 hasta los 450 kgs., y en promedio, unos 250 kgs. por cabeza. La temperatura de un animal al ser sacrificado es de unos 39°, después del sacrificio, tienen lugar cambios que generan calor y tienden a aumentar la temperatura del canal, en tanto que la pérdida de calor a través de la superficie tiende a disminuirla. La mayor parte del canal es el redondo, y en cualquier estadio del ciclo de refrigeración, su centro tiene la temperatura más alta de todas las piezas del canal.
Es preferible la práctica de una refrigeración rápida, pero en lo que se refiere a la calidad del canal y al tiempo de conservación, hay que tomar en consideración el efecto de curado del frío y el desarrollo bacteriano. La refrigeración del canal de vacuno no queda completa en la cámara de refrigeración, sino que, a un ritmo reducido, continúa en la cámara de conservación. Un canal bien refrigerado, cuando entra en la cámara de conservación, sufre una pérdida mínima durante la conservación, un canal deficientemente refrigerado sufre una gran pérdida durante la conservación.
Cada vez mayor proporción de la producción de los mataderos de vacuno, se hace en piezas prefabricadas del canal, empaquetadas al vacío en bolsas de plástico que se presentan en cajas de cartón corrugado. Las piezas estándar pueden ser vendidas en el mercado con ahorro en el coste. La densidad del transporte es mucho más mayor con la manipulación del material mucho más simple y habiéndose quitado los huesos y la grasa cunado su valor como subproducto es mayor.
El empaquetado al vacío o en atmósfera de gas tienen las siguientes ventajas:
Después de la refrigeración normal, un canal se despieza en piezas básicas, que se empaquetan al vacío y se colocan en cajas para su transporte. Para evitar el desarrollo de organismos patógenos, las temperaturas deben mantenerse por debajo de los 4°C.
El enfriamiento de la carne deshuesada desde 10 a -12°C. exije la extracción de unos 310 Kg. de carne magra. En el caso de la carne sin hueso en cajas de cartón, la velocidad de congelación depende del grueso y de las propiedades térmicas de la caja y de la propia carne.
La temperatura interior de los canales de cerda, que entran en las cámaras de refrigeración desde la sala de matanza, varía entre 38 y 41°C. El peso en canal varía entre los 40 y los 200 Kgs. aproximadamente, siendo de unos 80 Kgs. el promedio. La práctica actual hace que los cerdos en canal se refrigeren y oreen a una temperatura interna del jamón de 3 a 4°C., de un día para el otro. Esto limita el tiempo de refrigeración y oreo a valores entre 12 y 18 hs.
Los siguientes detalles de proyecto de la cámara deben proyectarse para refrigerar los cerdos uniformemente sin partes congeladas. El tiempo que los canales se transportan al piso del despiece. El apiñamiento de los canales, la exposición reducida al frío en circulación y las temperaturas punta excesivamente altas van en detrimento de una adecuada refrigeración.
Los siguientes detalles de proyecto de una cámara frigorífica para ganado de cerda proporcionarán:
Una vez muerto un animal, las reacciones fisiológicas y bioquímicas continúan en el músculo hasta que el complejo sistema que suministra la energía para desarrollar el trabajo del rigor mortis. Estos cambios se producen hasta 32 horas después de la muerte del animal.
El deshuesado en caliente con un estímulo eléctrico hace que la carne sea más tierna. El mejor momento para la congelación de la carne una vez pasado el rigor o algunas horas más, es cuando el ablandamiento natural es más o menos completo. El ablandamiento natural se completa durante los 7 días de envejecimiento en la mayoría de los grandes músculos de los vacunos. En lo que se refiere al sabor, es deseable que la congelación se haga tan pronto como el ablandamiento ha terminado.
En el caso del cerdo congelado, la edad de la carne antes de la congelación es incluso más crítica que en el paso del vacuno. Los lomos del cerdo con 7 días antes de la congelación se deterioran más rápidamente en un almacenaje congelado que los lomos con 1 o 3 días.
La congelación afecta a la calidad, incluso al color, a la ternura y a la cantidad de agua de la carne.
El cerdo permanece aceptable durante un período de almacenamiento más corto que el buey, el cordero y la ternera, a causa del enraciamiento oxidativo asociado con el mayor contenido de sal. La vida en almacenamiento está también relacionada con la temperatura de almacenaje. Dado que los animales de una misma especie varían mucho en sus bases fisiológicas y de nutrición, sus tejidos difieren cuando están almacenados. Como resultado de las diferencias entre los animales por su carne, métodos de empaquetados y criterios de aceptabilidad, se da un amplio margen de vidas de almacenamiento para cualquier tipo de carne.
A la vista del efecto de la temperatura sobre los alimentos congelados, las encuestas de las prácticas industriales indican el porqué una cierta cantidad de productos llegan al consumidor en malas condiciones. Una encuesta indicó que el 10% de los alimentos congelados pueden estar a más de 14°C. en los almacenes, a más de -9°C. en las salas de despacho, a más de -6°C. durante la distribución y a más de -8°C. en las vitrinas de venta. Para una completa protección del producto todas estas temperaturas deberían ser de -18°C.
En el momento de congelación, un envoltorio o el material de empaquetado sirve para contener el producto y evitar que pierda humedad. Otras funciones de la envoltura o caja se hacen importantes en el momento en que comienza el período de almacenaje.
El material para el empaquetado ideal en contacto directo con la carne, deberá tener:
Estas cualidades son necesarias para la buena apariencia del envase, para la protección contra la manipulación, para evitar la deshidratación, que no se ve, pero daña el producto y para mantener el oxígeno fuera del envase.
El agua, un servicio previamente considerado gratuito, frecuentemente tiene la tarifa de más rápido incremento. Asociado a las demás tarifas por depuración elevadas, e algunas plantas es el elemento con mayor costo. Si los costos del combustible se suman a los del agua que se calienta, definitivamente el agua se convierte en el servicio más caro. Los costos pueden reducirse mediante una mejor limpieza a seco, por el uso de intercambiadores de calor, por el empleo de filtros y/o depósitos de sedimentación para recoger sólidos y grasas, por el uso de torres y/o condensadores evaporativos, por la eliminación del agua como medio de transporte del producto y mediante un activo programa de ahorro.
Las necesidades de energía eléctrica pueden reducirse mediante:
El uso de energía en los sistemas frigoríficos puede reducirse a:
Los ahorros en los servicios también son posibles cuando se considera la utilización con los flujos de la línea de producción y el espacio de almacenaje. Un enérgico programa de conservación de la energía, no sólo ahorra ésta, sino que frecuentemente da como resultado una mayor capacidad de producción y una mejora de la calidad del producto.
Ashrae: Safety code for mechanical refrigeration (1978)